Querida ex Nerea dos:
Mi ser se conmueve al recibir tus amabilísimas palabras, y aunque tarde, te contesto con toda la alegría que es capaz de albergar mi corazón.
La historia de mi nombre es tan sencilla como yo: Empecé a escuchar a alguien que me llamaba con un nombre diferente al mío, que era Linda, absurdo a cual más, ya que, como me decía mi querida nana oaxaqueña: “Escucha bien, que nadie te diga que eres linda, mi niña, porque no es cierto. Tú eres tú, y ese es tu valor y que ningún hombre te venga con esa mentira, porque tú estás más por encima de todo lo que la mayoría de los hombres ve: lo de afuera, sin fijarse realmente en lo que vale: la sinceridad de un corazón puro, la mirada limpia y el hablar que deja salir la pureza de tu esencia, de lo que realmente eres. Y espera, no dudes, que pronto llegará a ti lo que necesitas”.
Luego de oír esa voz, que me llamaba diferente, pues simplemente me renombré Nerea, pero en verdad me querían llamar Nierika (ventana al cosmos, en dialecto huichol). Pero caray, si alguien me hubiera dicho: "oye, Linda" (¡de dónde!), pues simplemente me hubiera descalzado y le hubiera enseñado la punta de mis dedos del pie, que realmente se ve linda, ya que están bien cuadraditos por las interminables clases de danza que tomé.
En cuanto a que nadie se dirige a mí, creo que se debe a que no ha sido publicado todavía el segundo libro de Enrique en el cual hablo de mí, de mi historia y sin tapar nada... todo claro, todo expuesto, la desnudez de mi ser que tal vez les deje ver que mi historia personal no existe ya, que no la cargo (si acaso sólo sonrío al recordar algún momento de ella y la dejo pasar así, simplemente).
Por último, yo creo que la ensoñación completa ya venía conmigo, sólo que estuvo dormida unos cuantos años, pero despertó cuando Henri (así le digo cariñosamente a Enrique) me decía que tenía que hacer esto o aquello, y como a mí no me programaron para tener obstáculos, pues simplemente lo hacía.
Ahora en cualquier momento la puedo llevar a cabo.
Gracias a ti por contactar conmigo.
Mil abrazos:
Nerea Elías Bielak