Querida Yanie:
Si cuando recuestas la cabeza en una almohada sientes que el mundo mejora, e invariablemente sueñas acontecimientos con perfecta claridad, o si el mundo en vigilia no es tan atractivo como el de tus sueños, lo más probable es que tengas tendencia de soñadora (no dije ensoñadora, sino soñadora). Lo de ensoñadora es el resultado de una disciplina que se sigue con la constancia que requiere cualquier conformación de realidades que se van a sostener a sí mismas, más allá de nuestra voluntad y/o deseo, pero que empiezan a constituirse a partir de nuestro intento personalizado.
En cambio, si te encuentras más a gusto en el mundo de la vigilia, conformado por la voluntad de todos nosotros, y encuentras motivos para seguir existiendo en la manera en la que le sacas provecho a ese tipo de realidad, lo más probable es que tengas tendencia al acecho. Sin embargo, lo de ser acechador(a) también es el resultado de una disciplina que se asume con conocimiento de causa, y que busca fines muy específicos. Estos fines son definitorios, pues según la manera en la que se alcanzan pueden llevar al bienestar exclusivamente personal o al conocimiento comunitario. En cualquier caso, se podría decir que, en el terreno del acecho, el buen fin justifica los medios.
La verdad sea dicha, la mayoría de los seres humanos no son ni ensoñadores ni acechadores (si acaso soñadores y/o egocéntricos), toda vez que sólo los que emprenden su propia tendencia de manera guiada, específica, metódica, sostenida y con la determinación debida pueden aspirar a practicar el ensueño y/o el acecho como las artes que en verdad son.
Ojalá te sirva:
Enrique Rojas.