Querido Antonio:
Para mí, impecabilidad es hacer, pensar y sentir todo lo que se pueda hacer, pensar y sentir de la mejor manera en la que a uno le es posible, en todos y cada uno de los momentos de nuestra vida en la carne, no sólo ahorrando la mayor cantidad posible de energía, sino entregando lo mejor de uno mismo en todos los terrenos.
Me gusta esta definición porque implica que mientras más pasos des en el camino del conocimiento, más podrás dar de ti mismo, y, por tanto más te podrás acercar a la verdadera impecabilidad: la del creador.
Otra cosa importante de mi definición es que implica que efectivamente nos comprometemos a corregir todos y cada uno de los errores que cometemos y que la luz del entendimiento y del sentimiento nos permiten reconocer como tales, pues de otra manera nuestra impecabilidad sería inalcanzable.
Expresado con otras palabras: mi definición parte de reconocernos como seres imperfectos mientras estamos en la carne, pero en perpetuo esfuerzo de perfección; esfuerzo que puede, incluso, verse auxiliado desde las más altas esferas del espíritu. De hecho, una frase perdida del Padre Nuestro decreta: "Haznos cada día más perfectos, como tú eres perfecto", reflejando este intento que Jesús, como ser humano que también era, compartía.
Se trata de cometer la menor cantidad de errores que nos va siendo posible en cada momento de nuestras vidas, con la conciencia previa de que todo lo que vamos manifestando es, efectivamente, lo mejor que en cada momento podemos manifestar, si bien mejorará con cada experiencia adquirida y en la medida en la que nos abramos a nuestro Ser Superior, que en sí mismo es perfecto.
Espero que les sirva:
Enrique Rojas.