Querida Cristhyn:

 

Hace más de trece mil años (16 mil, para ser más aproximados) sucedió que un experimento fallido con la energía universal dio al traste con la barrera de las dimensiones, trayendo como consecuencia inmediata que se nos colaran a esta dimensión infinidad de seres que se alimentan de emociones. Por aquel entonces, cada ser humano llegó a cargar un mínimo de veinte entidades chupadoras que nos hacían la vida de cuadritos. Afortunadamente, se contó entonces con la ayuda de los maestros ascendidos y con otro tipo de seres de luz, por lo que el número de "colados" se redujo considerablemente. Actualmente, a cada ser humano que no sabe cuidar y dosificar de manera correcta sus emociones (equilibrarse) le toca su dosis de chupadores (también por eso no es bueno llorar tanto, aunque haya circunstancias en las que el llanto continuo nos representa una liberación emotiva que igualmente puede significar el primer paso hacia el equilibrio).

 

Respecto a lo de equilibrio no le veo posibilidad alguna de confusión, menos aún cuando ya he referido que se trata de equilibrar nuestra mente, nuestros cuerpos, nuestras emociones y nuestra voluntad para que ninguna de ellas domine la mayor parte del tiempo sobre cualquiera de las otras.

 

Sobre tu marido: Siempre puedes hacer más por él, pero la cuestión es saber cuándo es que todo lo que tú puedas hacer por él será bien recibido y bien aprovechado. Porque no basta con querer hacer por los demás (que equivale a querer ayudarlos), sino que también hay que saber esperar el momento en el que ellos nos pidan esa ayuda que nosotros les podemos brindar. Una vez que nos la solicitan, conviene dar sólo lo que sabemos que no les va a perjudicar, pues se trata, como ya lo dije antes, de llevarlos hasta la puerta, pero nada más, pues de ellos depende cruzarla. En otras palabras: nunca hagas por alguien lo que esa persona no está dispuesta a hacer por ella misma.

 

Por cierto, me parece pertinente aclarar que mi sugerencia de cambiar instructor de artes marciales para tus hijos no se originó primordialmente en la aparente falta de competencia de tu marido, sino en el hecho de que los niños suelen tomarle la medida a sus padres-instructores con cierta facilidad. Recuerda que en el caso de tus hijos se trata de corregir, primero, para instruir correctamente, después. Además, si al plantearle la cuestión tu marido reaccionó tan desequilibradamente, no me extrañaría ni tantito que se debiera a su uso ocasional de la cocaina. Tiene buena voluntad, efectivamente, pero no pierdas de vista que su voluntad está enferma, tanto como sus emociones (vive en desequilibrio, pues). Piensa en esto: a veces es muy bueno dar un sólo golpe fuerte y a tiempo que llorar muchas lágrimas a destiempo.

 

Enrique Rojas.