Querido Orestes:
A mi suele darme resultado el dedicar unos segundos para mirarme al espejo más cercano.
Mientras lo estoy haciendo, trato de ponerme en el lugar del otro.
Para finalizar, termino burlándome de la carota que pongo y de todo el tiempo que me lleva reconocer que el único poder que verdaderamente tengo para cambiar las circunstancias es el poder de cambiar mi estado de ánimo a otro desde el cual todo se vea mejor.
La tarea mayor llega de noche, cuando recapitulo cada hecho ocurrido durante las últimas 24 horas, pero con ello cierro mi día y empiezo de cero a la mañana siguiente.
Con el deseo de que aproveche:
Enrique Rojas.