Hola a todos:
¡Ah, claro, veo que escriben del buen Juanjo! Bueno, pues eso me da tanto gusto que qusiera contarles una pequeña anécdota para celebrar su mención en este foro.
Resulta que hace cosa de cuatro años y algunos meses, Nerea y yo fuimos a la presentación de uno de sus libros. Cuando finalmente apareció el Juanjo, ¡lo vimos muy bien!
Para nosotros, la ocasión fue especial, pues la pasamos mirando la atención suprema a sus palabras que mostraban casi todos los asistentes.
Curiosamente, Nerea y yo pensamos cuál podría ser la reacción el día en el que finalmente a mí me tocara presentar mi primer libro, pues se trataba de un momento en el que todavía ni editorial teníamos para darlo a conocer. ¿Se reíría la gente? ¿Les interesaría en verdad? ¿Qué tipo de preguntas formularían?
Sucedió, pues, que a las cuantas semanas me hablaron de la editorial Grijalbo para decirme que siempre sí les interesaba publicar Nerea.
Cuatro meses después, se llevó a cabo la presentación de mi libro con la participación de Antonio Velazco Piña (autor de Regina), el escritor Paco Prieto (entonces director de Radio UNAM) y el editor, un señor de nombre Ariel (hermano del primer editor mexicano de Castaneda).
La verdad es que a mí no dejaba de sorprenderme la reacción del público asistente que llenó el teatro donde se llevó a cabo la presentación. Recuerdo que nada más me le quedaba viendo a Nerea (quien estaba sentada entre el público sin que ellos lo supieran, como también estaban dos de los guerreros del grupo del nahual Alejandro Kowalski: Mario y Rogelio, de quienes escribo en mi libro) y que ambos nos reíamos en silencio por la ironía del destino, ya que Nerea y yo caimos en cuenta simultánea de la gran semejanza que había entre las reacciones de los asistentes a ambas presentaciones, la del libro del Juanjo y la de mi primer libro.
Desde ese día ya nada de lo que pueda pasar como consecuencia de la publicación de Nerea me sorprende...
Enrique Rojas.