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| | From: julio_cepeda (Original Message) | Sent: 9/24/2004 6:05 PM |
La esclavitud más aséptica se ejerce en nombre del sentimiento más positivo que pueda existir en nuestras vidas: El amor. Y lo hace nuevamente a través de un contrato, unas veces firmado de forma explícita y otras implícita.
En el amor hay un compromiso de fidelidad y respeto, de satisfacer las necesidades emocionales y físicas de otro, de darnos a la otra persona y también de esperar que ella haga lo mismo con nosotros. El amor es algo de efímera duración en comparación con la de nuestra vida por lo que soportamos las injusticias, el dolor y las privaciones de nuestra existencia. En suma, lo bonito de la vida: Querer y también ser querido.
El amor es como todo en este mundo: Nace, crece y muere. Puede tener una vida corta o larga, dependiendo de lo que suceda fuera de él y también de cómo se le cuide. Los hay que no pasan de una noche y cuentan que también que duran toda una vida e incluso que sobreviven hasta a la muerte. La desaparición del propio amor es siempre dolorosa, pero también debería ser algo aceptado. En muchas ocasiones no es así: Es triste dejar de amar y dejar de ser amado, pero es parte del devenir vital de los seres humanos. Grandeza y miseria, placer y dolor, vida y muerte. Hay quien lo asume como algo más, como una etapa en su vida, como algo necesario. Y quien se aferra a un recuerdo que es sólo pasado y se dedica a martirizarse por la pérdida. También quien da el paso que lo separa del odio y se dedica a culpabilizar y obtener compensaciones, a sacar todo lo que pueda de la otra persona. Cabría preguntarse si los vengativos o aprovechados amaron alguna vez. Si quienes intentan acaparar hacia sí a la persona amada no estarán esperando recibir, si no se tratará de vampiros que chupen la sangre física o emocional. Pero es casi seguro que serán quienes esclavicen a sus seres queridos mientras la relación existe y también tras su ruptura. Para mí, eso nunca fue amor. |
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