Don Juan por tratar de que Castaneda se haga responsable del camino que comienza a andar y que lo puede llevar a convertirse en hombre de conocimiento responde a la pregunta de Castaneda respecto qué deberá hacer para llegar a ser hombre de conocimiento, Don Juan le responde que deberá desafiar y derrotar a "sus cuatro enemigos naturales". Dice Don Juan que el conocimiento nunca es aquello que uno espera. En cada paso el aprendiz se encuentra en un atolladero, y su miedo crece sin misericordia...
Así tropieza con su primer enemigo natural: ¡el miedo!..., al cual debe desafiar para dar el siguiente paso, y el siguiente, y todos los posteriores. Estará lleno de miedo y, sin embargo, no deberá detenerse. Llegará entonces el momento en que se retire su primer enemigo. El hombre principia a sentir seguridad en sí mismo. Su propósito se hace más fuerte y la tarea de aprender deja de ser aterradora. En ese momento el hombre ha derrotado a su primer enemigo natural... ha adquirido la claridad de mente que elimina al miedo... ese es su segundo enemigo natural: ¡la claridad!
La claridad de mente puede cegarlo porque lo fuerza a no dudar de él mismo. Esa seguridad lo impulsa a hacer cuanto se le antoje, porque todo lo ve con claridad. Pero la claridad es una ilusión de "poder" a la que puede rendirse; si lo hace, habrá sucumbido a su segundo enemigo natural y ya no podrá aprender, debido a su torpeza... Para evitarlo deberá desafiar a su claridad y esperar pacientemente y ser cauteloso antes de seguir adelante; debe pensar que su claridad puede ser un error. Vendrá entonces el momento en que podrá comprender que su claridad sólo es "un punto delante de su nariz". Así habrá derrotado a su segundo enemigo. Habrá llegado a un punto en donde nada podrá dañarlo... El anhelado poder será suyo por fin. Podrá hacer lo que se le antoje con su poder. Podrá dominar a su aliado y su deseo será la regla... Habrá entonces tropezado con su tercer enemigo natural: ¡el poder!...
En esta etapa el hombre apenas puede advertir que su tercer enemigo lo acecha. De pronto, sin saberlo, habrá sucumbido en su batalla. El poder lo hará un hombre cruel y caprichoso... Un hombre en tales circunstancias llega a la muerte sin realmente manejar su poder... El hombre tiene que desafiar intencional- mente a su poder. Debe darse cuenta de que el poder conquistado no es suyo en verdad... si logra entender que sin control de él mismo la claridad y el poder son terribles enemigos, llegará al punto en que dominará todo. Sabrá entonces el momento y la forma en que deberá usar su poder. Habrá derrotado así a su tercer enemigo natural. Para entonces el hombre estará al final de su camino al conocimiento y, casi sin advertirlo, enfrentará a su último enemigo natural: ¡la vejez!...
Habrá perdido el miedo, su claridad ya no será impaciente, todo su poder estará controlado, pero siente un deseo constante de descansar. Si se entrega a su deseo de descansar y olvidar, arrullado por la fatiga, su enemigo lo volverá una vieja y débil criatura. Su claridad, su poder y su conocimiento estarán vencidos.
Si el hombre logra sacudirse la fatiga y cumple su destino hasta que llega el final, podrá considerarse hombre de conocimiento, aun cuando sólo sea por unos breves momentos en los que logra despojarse de su último enemigo, al cual nunca podrá vencer.
Don Juan menciona a Castaneda que en la vida hay muchos caminos que recorrer, pero que un hombre, antes de embarcarse en un camino, debe estar libre de miedo y ambición; entonces, deberá preguntarse si el camino tiene o no tiene corazón. Una vez hecha la pregunta, el hombre conocerá la respuesta. Un camino sin corazón nunca se disfruta; por el contrario, se vuelve contra uno y nos destruye. Un camino con corazón, en cambio, no nos hace batallar para hallarle el gusto. El camino sin corazón, en todo su recorrido, nos da dolor y angustia. En cambio el camino con corazón nos da armonía y bienestar.
Cuando Castaneda tiene su primer encuentro dentro del mundo de la brujería, preso del más terrible miedo decide abandonar el aprendizaje. Tenia que ordenar sus ideas. Su concepción occidental del Mundo carecía ya de certeza absoluta. Pensó que en su camino para volverse hombre de conocimiento había sucumbido a su primer enemigo natural.
Del libro: Para Leer a Castaneda, de Guillermo Marin