Siempre se ha dicho que el camino del guerrero es un camino solitario, aun y compartir en un grupo.
Vosotros mismos sabreis bastante bien lo que es estar cada vez mas alejado de la sociedad solo por que uno quiere seguir al espíritu, a su corazón... viendo como la sociedad se aleja de uno, porque uno permanece en su centro inamovible. (Pues no es lo mismo pisar de pies en el suelo que tener la tierra pegada a los pies). De este modo habréis activado, como tantos otros, otras ruedas a parte de la existencia vital de producción-consumo, y este solo hecho, según mi limitada opinión, ya nos acerca a tener una vinculación con todo aquello que es vertical y se contrapone a la animalidad que, como humanos, nos mantiene en una atadura constante al magnetismo de la tierra. Dado que nunca fuimos animales por mucho que en un pasado nuestra relación con ellos estuviera repleta de amor y correspondencia, quizás nuestro espacio de interacción está en conflicto con el suyo y lo premeditado se triba con lo espontáneo, hasta el punto que se aniquilan mutuamente.
Esta posibilidad es motivo de reflexión, ya que nos podría llevar a la conclusión de que nuestros "intentos" no fructíferos son un esfuerzo inútil de nuestra incapacidad de distinguir nuestra animalidad. Esta corresponde a la relación entre los seres basada en la producción-consumo (en la naturaleza las especies buscan únicamente la prolongación horitzontal, en el tiempo, del ecosistema) por lo cual una bestia sublima todo su afecto y relación social en la economía autosubsistente.
El amor de la naturaleza hacia sus seres parte de que estos le permiten seguir prolongando su vida, y esta relación la corresponden las criaturas de la naturaleza sencillamente porque no está latente en ellas el potencial de trascender la misma muerte. Es un problema que el hombre no distinga en si mismo las inclinaciones íntrinsecas que le llevan a buscar mas allá de la subsistencia, porque esta falta de atención lo arrastra a encadenarse a la constatación constante de la horizontalidad espacio-tiemporal, alejándolo de su centro vertical. Al no tener claro donde empieza y termina lo animal en nosotros, nuestra relación con la naturaleza se vuelve abusiva, en tal modo que esta se suicida.
El único ser de la biosfera que, aparte del hombre, vive verticalmente, es el vegetal. Pero el vegetal se caracteriza por sus profundas raices por debajo de la tierra, estas "antenas" subterráneas le dan pié a una existencia erguida, pero por contra, no le permite moverse horizontalmente. A partir de ahí llego a la conclusión de que esta característica es clave para entender porque el ser humano tiene la capacidad de desdoblarse y abandonar el cuerpo físico, aparte de desplazarse en el espacio-tiempo.
Algunos vegetales, como la enrdeadera, se prolongan en horizontal y vertical, pero no pueden separar su base de la misma para nutrirse. No deja de ser curioso que la única forma de entender a los vegetales sea en estado vegetativo, cuando hablamos de plantas sagradas hablamos también de viaje interior, de profundidad...y a veces del acto de morir, del arte de saber morir y matarse. De lo prohibido y de lo sagrado (cosas distintas), de lo receptivo, de lo pasivo, de lo ductil.
En mas de una ocasión se ha dicho que "no existen los guerreros voluntarios". Que quiero decir con esto, pues no es que la voluntad no tenga que trabajar, si no a esa prespectiva de que el espíritu agarra por el pescuezo al guerrero y se lo lleva a "Ganímedes", sin elección posible. Tiene que ver con la importancia personal, porque a primera instancia la libertad será un doloroso favor, una pequeña/gran muerte. El hombre es capaz de transmutar lo premeditado en espontáneo, y luego hacer lo contrario. Es parecido al solve et coagula de la alquímia, buscando una extraña rigidez que sea eternamente ductil, una piedra filosofal que libere la tierra y atrape al éter. Esto ha de ser caro en términos de energía si se hace mal.
¿Cual es entonces la diferencia entre ser un intento impecable o una consequencia de la rigidez mas absoluta? ¿Donde está ese punto en que lo que nos condiciona y lo que nos libera acaban siendo la misma cosa?
Encontraremos quizás la solución en el exterior interno, o en el interior externo. Mientras nuestro interior siga siendo tan "nuestro", lo exterior permanecerá velado, y el viaje mas acá no podrá ser un mas allá. Creo que pulir el intento es tan dificil y lento como pulir nuestro ego, ya que la relación es intrínseca, la del deseo condicionado y condicionante. Pero tiene que haber un deseo incondicionado, o una condición sin deseo. Tiene que haber algo impecable que planea sobre el águila y el león, que bucea mas allá de si mismo. Una suerte de "serpiente emplumada", y alcanzar la impecabilidad tiene que acercarnos a conocerla.
Personalmente me queda un largo trecho por recorrer, pero allí voy.
Lento, pero constante. Un saludo.