Saludos Guerreros.
Agradezco infinitamente las líneas que me dedica la Guerrera Aguila y aprovecho para hacer pública mi admiración por la Guerrera Aguila por el enorme y fascinante trabajo que se ha hechado a cuestas, el poder reunir a gente con las mas variadas formaciones (o deformaciones) de lugares tan distantes, pero TODOS (creo yo ) con el firme proposito de transitar por el camino del guerrero.
Tratare de ser mas activo en mis participaciones, el poder leerlos a ustedes y sus reflexiones es muy aleccionador; respecto a el comentario del Aguila..con respecto a la pregunta de por que el Fénix ... creo que cada uno de nosotros se ha enferntado en cierta medida a un punto en el que pensamos que no tenemos salida, que el camino terminopara nosotros, quizás en grados extremos hemos hasta pensado en que sea mejor no existir ...bien, pero es cierto también que lo hemos superado, ya sea nosotros mismos o con ayuda externa ..y hasta ayuda divina, haciendonos ver que estamos en esta vida por algo y que debemos de esforzarnos por cumplir nuestro cometido, es entonces ..cuando sentimos renacer y es cuando nos damos cuenta que fácil era superar ese obstaculo ....que generalmente es un estado mental o emocional, es por eso que escogí el nombre del Fénix ..de esa mítica Ave ...aunque creo que todos ..llevamos parte de ese Fénix en nuestro corazón...acontinuación un poco de esta Ave legendaria....
Fénix.
El Ave Fénix En el jardín del Paraíso, bajo el árbol de la sabiduría, crecía un rosal. En su primera rosa nació un pájaro; su vuelo era como un rayo de luz, magníficos sus colores, arrobador su canto. Pero cuando Eva tomó el fruto de la ciencia del bien y del mal, y cuando ella y Adán fueron arrojados del Paraíso, de la espada del ángel cayó una chispa en el nido del pájaro y le prendió fuego. El animal murió quemado, pero del rojo salió volando otra ave, única y siempre la misma: el Ave Fénix.
Cuenta la leyenda que vive en Arabia, y que cada cien años se da la muerte abrasándose en su propio nido; y que del rojo huevo sale una nueva ave Fénix, la única en el mundo. El pájaro vuela en torno a nosotros, rauda como la luz, espléndida de colores, magnífica en su canto. Cuando la madre está sentada junto a la cuna del hijo, el ave se acerca a la almohada y, desplegando las alas, traza una aureola alrededor de la cabeza del niño. Vuela por el humilde aposento, y hay resplandor de sol en él, y sobre la pobre cómoda regalan su perfume unas violetas. Pero el Ave Fénix no es sólo el ave de Arabia; aletea también a los resplandores de la aurora boreal sobre las llanuras de Laponia, y salta entre las flores amarillas durante el breve verano de Groenlandia. Bajo las rocas cupríferas de Falun, en las minas de carbón de Inglaterra, vuela sobre el devocionario en las manos del piadoso trabajador. En la hoja de loto se desliza por las aguas sagradas del Ganges, y los ojos de la doncella hindú se iluminan al verla. ¡Ave Fénix! ¿No la conoces? ¿El ave del Paraíso, el cisne santo de la canción? Iba en el carro de Thespis en forma de cuervo parlanchín, agitando las alas pintadas de negro; el arpa del cantor de Islandia era pulsada por el rojo pico sonoro del cisne; posada sobre el hombro de Shakespeare, adoptaba la figura del cuervo de Odin y le susurraba al oído: ¡Inmortalidad! En la fiesta de los cantores, revoloteaba en la sala del concurso de la Wartburg. ¡Ave Fénix! ¿No la conoces? Te cantó la Marsellesa, y tú besaste la pluma que se desprendió de su ala; vino en todo el esplendor paradisíaco, y tú le volviste tal vez la espalda para contemplar el gorrión que tenía espuma dorada en las alas. ¡El Ave del Paraíso! Rejuvenecida cada siglo, nacida entre las llamas; tu imagen, enmarcada en oro, cuelga en las salas de los ricos; tú misma vuelas con frecuencia a la ventura, solitaria, hecha sólo leyenda: el Ave Fénix de Arabia. En el jardín del Paraíso, cuando naciste en el seno de la primera rosa bajo el árbol de la sabiduría, Dios te besó y te dio tu nombre verdadero: ¡poesía!.