“POR QUE ES IMPOSIBLE LA UNIFICACION RELIGIOSA” 
entira frecuentemente utilizada

    Una de las banderas más enarboladas por los falsos profetas y los demagógicos ideólogos que propugnan a un paso la pretendida igualdad entre las religiones y la unificación en una suerte de 'ameba' doctrinal donde una 'amor' nunca explicado y un 'dios' indeterminado serían la única base sostenedora de este credo multiforme. Lo anterior usualmente culmina con la revelación más o menos reservada de ser el portavoz de este pensamiento ese mismo dios o su profético conductor y sus palabras esa religión.

    Más allá de las consideraciones puntuales de cada una de esas creencias, lo que nos ocupará en este artículo es examinar la compatibilidad entre el cristianismo y la igualdad de religiones. Aclarado este punto de partida veremos si es necesario proseguir la discusión o si ausente la base que sostiene esos discursos resulta absurda la continuación.
Contrariando las formas normales de reflexión, anticiparemos el resultado sea para estimular la lectura hasta el final o para desalentar a poco esfuerzo la reflexión: Es completamente incompatible el cristianismo con la igualdad de religiones. No trabajaremos en este artículo sobre la refutación de los errores puntuales de cada doctrina citada, ya que nuestro fin último está puesto en demostrar la incompatibilidad de credos que imposibilitan la unión de religiones por la que abogan numerosos gurúes de la actualidad, ya que Dios no puede ser tan absurdo como para contradecirse revelándose de formas opuestas en cuanto a lo que es en Sí mismo o dar caminos inconciliables para conocerlo, salvarnos, adorarlo y servirlo como es debido.

    Curiosamente, el mayor énfasis en esa suposición engañosa proviene de pensamientos orientalistas tan radicalmente contrarios y distintos, irreconciliables con la Fe de Cristo como lo es el día con la noche. Y más aún la descabellada pretensión de igualar a Cristo y Su mensaje con Buda, Krishna, Muhammad, Confucio o la divinidad viviente del lugar.
Superaremos este problema invitando a leer más las Sagradas Escrituras y meditar en lo que nos dicen. Luego, en lo que dicen esos otros personajes. Preguntémonos, por ejemplo: Si Cristo dice "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" y "Quien no está conmigo está contra Mi, pues quien no siembra conmigo desparrama", las Tablas de la ley escritas por el mismo Dios para guía de Israel comienzan diciendo "Yo soy el Señor tu Dios: no adorarás otros dioses" etc. ¿Puede sostenerse con seriedad que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo dicen y enseñan lo mismo que los personajes a cuya igualación los rebajan? Hinduístas, budistas, gnósticos, ocultistas y los orientalistas en general enseñan que todo es una ilusión porque todo es dios y nosotros somos dios y que nuestro trabajo consiste en tomar consciencia de ello, dejar de pensar y razonar o destruir nuestra corporeidad para liberar el espíritu atrapado en ella, entre muchas otras cosas. ¿Es eso lo que conocemos y sabemos por Dios o lo que entiende una inteligencia medianamente sana y lúcida? Consideramos innecesario continuar argumentando sobre el disparate de la afirmación que Cristo es una encarnación más de dios tan igual como otras divinidades y que en esencia enseña lo mismo. Que sostengan entre ellos que son lo mismo en esencia y escucharemos, y quizás hasta descubramos similitudes sorprendentes, pero que no nos incluyan en su 'melange' religiosa.

    Para proseguir pondremos una interesante objeción a mitad de nuestra reflexión: 'todo lo anterior está bien y claro para los cristianos, pero no así para quienes no creemos en el Dios cristiano o siquiera en Dios'
Atendida esto, continuaremos argumentando de modo tal que quede claro para 'moros y cristianos', pues la Verdad completa es Verdad universal.

    Considerando que la mayoría de las escuelas filosóficas que sostienen la igualdad religiosa tienen hincadas sus raíces en el orientalismo y que beben prácticamente de las mismas fuentes, concentraremos nuestro foco en este peculiar predio de pensamiento. De hecho, su versión más dulce y comercial es el comentadísimo New Age al cual dedicaremos sabrosos artículos en el futuro. Lo prometemos.

    En cualquiera de las escuelas que analizamos observamos la misma base filosófica muy simplificada que afirma:

• 1. La ilusión mental de estar 'separados' del resto diferenciándonos como seres distintos y creando así un 'error' producto del 'ego' que nos aleja de la comprensión de nuestra 'verdadera naturaleza divina'
• 2. La autosalvación de una vía espiritual compuesta por la destrucción de sí mismo para fundirnos en un 'no-ser' panteísta, mediante la eliminación del deseo e inhibición del dolor
• 3. La 'santidad' consiste en la eliminación del deseo porque, por un lado, el dolor es provocado por el sentimiento de pérdida de aquello que deseamos y, por otro lado, porque la satisfacción 'personal' de dicho deseo nos separa ilusoriamente de la 'unidad divina'
• 4. La transmigración, reencarnación o metempsícosis hasta la superación del 'ser' y alcanzar el 'no-ser' o, para otras doctrinas, la 'consciencia divina'
• 5. Un dios-inconsciente no manifiesto y
• 6. Un dios-consciente que da a la creación el sentido de un gran Juego que involucra a todas las criaturas que en realidad última son él mismo

    Para efectos de análisis, comentaremos número por número lo expuesto arriba desde la perspectiva del cristianismo:

• 1. La existencia del ser y la diferenciación entre las criaturas. Dos de los principios más básicos de la sana filosofía sostienen que 'cada ser es lo que es y no otra cosa' y 'una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y bajo el mismo punto de vista'. El principio de alteridad indica que somos distintos y diferentes al resto de las cosas. Lo aprendemos con dolor y risas desde pequeños aún en medio de la selva o de la tribu más primitiva. Dios y las criaturas son distintos y diferentes y en absoluto somos divinos o partes de Dios. En las Sagradas Escrituras el Creador se vuelve incompatible con la igualación que pretenden los unificadores cuando dice a Moisés quien es Él: "Yo soy el que soy" ya que no propone la eliminación del yo como los orientalistas
• 2. La salvación nos viene dada por el sacrificio amoroso de Nuestro Señor Jesucristo en la Cruz donde con Su Sangre que paga por nuestros pecados y satisface así la Justicia perfecta de Dios. Nosotros, por ser criaturas finitas no podemos satisfacer coherentemente ofensas y delitos contra un Dios infinito. Sólo Él mismo puede hacerlo en este acto de Amor. No nos queda más que aceptar su gracia y salvación y vivir conforme Su ejemplo y Enseñanza. Según las prédicas de los 'dioses' orientalistas la ley tiránica e implacable, ciega y fría del karma el sistema es técnico: todo lo que va, viene, si es algo bueno retorna algo bueno, si es malo, algo malo. Por el ciclo de muchas vidas pagamos e esta los desastres anteriores sin nuca dejar lugar a la Misericordia divina, a Su ternura infinita, al arrepentimiento del hombre por sus delitos. Esta ilusión paga en sí misma toda esperanza. tampoco explican que sería bueno o malo ya que ese dios no fijó reglas claras y universales e incluso suponen estar más allá del bien y del mal. Para el cristianismo el deseo es bueno ya que es motor de la acción. El mismo Cristo es llamado en las Sagradas Escrituras 'varón de deseos'. El problema de accesis está en la educación de la voluntad para conducirnos al Cielo siguiendo el ejemplo que el mismo Dios nos dejó en su vida terrena.
• 3. La santidad consiste en vivir plenamente conforme a los mandamientos en la Caridad que es el Amor. Nunca somos más libres y nosotros mismos que en la santidad donde cada persona, en su diferencia con el resto del universo, es un reflejo único e irrepetible de Dios creador. Llevar a su más bello extremo esa individualidad original en medio del gran árbol que aloja a todos los pajarillos que es la Iglesia es el objetivo por carisma bautismal.
• 4. No en una sino en muchísimas partes las Sagradas Escrituras nos hablan de la muerte como consecuencia del pecado original que consiste en la separación temporal del cuerpo y el alma, que conforman una sola unidad indivisible. Morimos una sola vez y luego vamos a Juicio.
• 5. No existe el problema de la 'conciencia' pues Dios está siempre se da cuenta de lo que es. No tiene ni lagunas mentales ni olvidos momentáneos. Es la Sabiduría misma. No necesita manifestarse para ser algo. Se basta a sí mismo pero por amor nos creó para disfrutar de amar y ser amados por Él al punto de ser admitidos como hijos por adopción y reinar con Él por la eternidad.
• 6. La Creación no es necesaria sino que es un acto gratuito de Dios. Nos crea para conocerle, amarle y servirle. Él se nos da por completo, nos crea para darse con Amor infinito. Nos crea para ser felices y mientras no le poseamos nunca seremos felices sobre la tierra porque tenemos una sed infinita de Amor que sólo Él puede saciar.
• No deseando alejarnos del cometido principal de estas líneas, retornamos al original: "¿Todas las religiones son iguales?"

    Atendiendo el estrecho espacio con que contamos y la paciencia del lector, no desarrollaremos tramados filosóficos sino que ocuparemos las infalibles herramientas de la sana lógica y del sentido común para echar por tierra la igualdad de religiones que sustentan lo unificacionistas.

    No hablamos siquiera en relación a que no es posible afirmar igualdad en algo si existen contradicciones (como vimos más de alguna arriba) entre los elementos, principios o enunciados en juego y comparación, aunque evidentemente los frutos y formas nos hablan del árbol en cuestión.

    El tema se plantea así: si todo ser para ser algo y no ser otra cosa tiene características propias (v.gr. lo que hace a una naranja no ser igual a un bastón o a un elefante), Dios tiene atributos propios de su Ser, aunque nuestra inteligencia limitada se muestre insuficiente para enunciarlos todos y suficientemente.

    Por otra parte, todo acto religioso es expresión satisfactorio y coherente con cada uno de esos atributos.
Luego, deben existir expresiones más cercanas, afines, y otras más lejanas, discordantes. Unas más coherentes y otras más incoherentes a su Ser divino.

    "Simil similii gaudet", "lo similar gusta de lo similar" es un viejo aforismo latino que trae torrentes de luz a cuestiones como ésta. En consecuencia, no puede ser indiferente para Dios una u otra forma. Exceptuamos siempre que medie una ignorancia insalvable respecto de una mejor y más fiel a lo que Dios es en Si mismo y que sea practicada con irrestricta buena fe y voluntad, por impulso de amor, es decir, que en nada contradiga un razonamiento equilibrado y no continúen una vez conocida otra mejor y más perfecta.

    Ahora bien, como por la simple razón no podemos acceder a semejantes realidades y como nuestros vicios, defectos y apegos nos apartan aún más de una búsqueda sincera y objetiva en la verdad y recto amor, Dios tiene que revelarse al hombre en medio de todo, iluminando en medio de la oscuridad de las apariencias.

    Esta misión no puede estar en manos de una sola inspiración humana, fugaz. Tampoco puede estar en un arrebato colectivo y momentáneo. Siempre estaría, en estas formas, sujeta a las pasiones humanas e intereses particulares y antojadizos, presa de la intimidación de poderes superiores, apoderamiento egoísta o de enceguecimiento circunstancial.

    Dios tiene que asegurar la salvación humana dándonos Luz y camino para ganar la Vida misma. Paro ello inspiró a los escritores de las Sagradas Escrituras y depositó en una institución de origen y espíritu divino que es nuestra la Santa Iglesia, Madre y Maestra de la Verdad.

    Luego, no pueden ser equivalentes todas las religiones, ni unificadas en una pretendida religión 'más esencial' porque el accidente es extensión de la esencia, porque un perro puede ser de mil formas distintas y conducirse de mil modos diferentes pero siempre será como perro y no como acento gramatical. El accidente es coherente y propio de ese ser, en este caso, el 'ser religión', con todas las formulaciones que surjan de ese ser, en este caso, los ritos, las formas, las distinciones, consecuencias prácticas, todo el modo particular de ser y de sentir religioso, todo es consecuencia de lo que se cree en esa religión.

    Si se creen cosas distintas y lo comúnmente creído existe (Dios) entonces entre todas una sola puede ser verdadera y Dios la dotará suficientemente.

    Bajo Ella puede darse la única forma legítima de reunión de hijos. Será el día en que todos serán un sólo rebaño y un sólo Pastor, comprendiendo plenamente a Dios y amándole como Él merece ser amado. "

http://www.geocities.com/Heartland/Flats/1526/doctri17.htm